EL MILAGRO DE PEÑA
Hace 30 años, con 16, llegaba a Valladolid un chaval de Ponferrada:
Manolo Peña. Decían de él que era muy rápido y tenía un excelente
porvenir por delante. Una de esas joyas que a veces da El Bierzo para el
fútbol. Risueño, algo tímido tal vez, pero dispuesto a ser alguien en
este deporte. Recuerdo a su padre, un hombre educado, siempre dispuesto a
dar todo lujo de detalles a la prensa. Un caballero.
Apenas tardó
un par de años Manolo Peña en demostrar que había venido a Valladolid a
algo más que a jugar en el juvenil. Tras sus primeras apariciones en el
primer equipo, pasó a ser la alternativa de Yáñez y Víctor en el ataque
de Cantatore. La segunda etapa de Vicente en el banquillo
blanquivioleta fue ya definitiva para la explosión del jugador.

Aquel
20 de diciembre de 1987 quedó grabado en la historia de Manolo Peña y
del Real Valladolid. Reconozco que siempre fui más culé que merengón
desde que veía a jugar a Kubala y a Ramallets en el viejo Zorrilla, pero
muy lejos siempre del sentimiento hacia lo blanquivioleta. Estaba un
poco harto, la verdad, de que cada temporada nos pintaran la cara en el
Campo Nou. No ya por el resultado en sí –siempre abultado en contra–
sino porque bajabas a la sala de prensa desde la altura de las cabinas y
te miraban los colegas catalanes como con cara de pena. Tenía ganas de
que un día las tornas cambiaran, ser yo quien recorriera el vestíbulo
viéndoles a ellos las caras de circunstancias y, sobre todo, de
incredulidad. Fue Peña quien obró el milagro. El Valladolid presentó a
Fenoy; Torrecilla, Moreno, Manolo Hierro, Gonzalo, Lemos; Fernando
Hierro, Minguela; Moya, Endika y Manolo Peña. Abrió Manolo Hierro el
marcador para el Valladolid en el minuto 23, pero empató Schuster de
penalti en el 47 y Lineker hizo el 2-1 en el 52. Remontado el marcador y
con Merino González (casero por excelencia) como árbitro, la cosa
pintaba mal otra vez. Y ahí fue donde apareció Manolo Peña. En 18
minutos (60, 62 y 78) tres contragolpes, tres uno contra uno y tres
goles a Zubizarreta. Nunca había ganado antes el Valladolid en
territorio culé. Fue el delirio, el no va más.
Sí, paseé por la
sala de prensa lentamente, viendo caras, gocé como pocas veces lo había
hecho en un campo de fútbol y, para más satisfacción, ni siquiera la
rueda de prensa fue en catalán porque el entrenador local era Luis
Aragonés.
La última vez que conversé con Manolo Peña fue en
Ponferrada a la conclusión de un partido entre la Ponferradina y el
Sporting B. Era concejal de Deportes en el Ayuntamiento, recordamos
viejos tiempos y, sobre todo, me di cuenta de que no había perdido ni su
simpatía ni su cordialidad. Un crack en lo deportivo y en lo personal.
Descanse en paz Manolo Peña, un futbolista que forma parte de la
historia del Real Valladolid.
JAVIER GONZÁLEZ (El Norte de Castilla)